Desde el inicio de la crisis todos los municipios están ejecutando diferentes iniciativas y actuaciones para reducir sus costes energéticos ante el constante crecimiento de los precios de la energía. La percepción de la energía ha cambiado y la eficiencia energética ha pasado a ser una de las actuaciones más rentables no solo por el ahorro económico sino por su efecto político positivo y por imagen institucional. En la mayoría de los casos se trata de actuaciones puntuales o aisladas; sin embargo, la eficiencia energética abarca a todos los centros de consumo y a todos los distintos usos de la energía de una ciudad, razón por la que es necesaria una visión estratégica y un proyecto integral.
Este cambio de percepción de la energía en el ámbito municipal debe corregir uno de los principales errores en la planificación urbana como es haber prescindido de la energía en la ordenación del territorio. Es una de las causas que ha hecho que todo el vasto crecimiento urbano de las últimas décadas se haya realizado en condiciones de total despilfarro energético y elevada contaminación. Las competencias urbanísticas de los Ayuntamientos deben incluir la gestión de la energía, en los edificios, el urbanismo y el transporte, como elemento básico en los planes de ordenación municipal y considerarla como una prioridad para no repetir errores pasados.
Estas consideraciones hacen necesaria la definición de una gobernanza de la eficiencia energética que oriente un modelo de ciudad en el que el uso de la energía no sea una hipoteca sino una garantía de habitabilidad. La Oficina de JGB, después de haber colaborado en actuaciones municipales concretas con Ayuntamientos como Rubí, San Sebastián, Burjassot o A Coruña y basándose en su experiencia municipalista, ha llegado a la conclusión de que el cambio de modelo energético será de abajo arriba, es decir, comenzará por las ciudades.
El liderazgo de las ciudades en la gestión de la energía es uno de los principales retos de la política municipal y para eso deben de tenerse en cuenta determinados conceptos para una gestión de éxito:
1. El liderazgo ha de partir del primer edil que es el alcalde o alcaldesa que es quien debe encabezar la defensa y explicación del modelo energético del municipio. Solo el convencimiento y la coherencia de quien preside la corporación municipal pueden asegurar el éxito de un proyecto integral de eficiencia energética. En segundo lugar, hay que añadir la competencia y las capacidades del equipo que lo ejecute.
2. El consenso social y político es una condición imprescindible para construir un proyecto integral de eficiencia energética que aborde múltiples objetivos temáticos incluidos en una misma estrategia urbana. Implicar a todos los estamentos del territorio es básico para poder conformar el partenariado público y privado que va a permitir el acceso a la financiación de los fondos europeos y a la vez garantizar que las sucesivas corporaciones municipales sigan comprometidas con un proyecto que es necesariamente de largo plazo.
3. Un concepto claro de la Ordenación del Territorio que incluya la energía como factor clave en el desarrollo urbano por la necesidad tanto de reducir el consumo energético como de eliminar la contaminación atmosférica. Integrar el uso eficiente de la energía en las políticas urbanas y la sostenibilidad en el urbanismo y el transporte es determinante para la planificación territorial. Reducir los costes energéticos debe formar parte de un proyecto de ciudad que persiga la cohesión social, económica y territorial. La ecocondicionalidad debe ser una guía permanente en las ordenanzas y decisiones municipales.
4. Abandonar la economía de los combustibles fósiles por la autosuficiencia energética de las ciudades. Es ya una tendencia global por la que la electrificación, la energía descentralizada y el autoconsumo están diseñando un nuevo concepto de edificio, de transporte y ciudad sostenibles. Esta nueva realidad se basa en la sustitución de los combustibles fósiles por la eficiencia energética, las fuentes renovables y la introducción de tecnologías inteligentes que faciliten que cada centro de consumo sea, a la vez, un centro de generación y de gestión de la demanda. Esta transformación sitúa al consumidor en el centro de las decisiones y la defensa de los consumidores como política municipal prioritaria.
En el futuro las ciudades van a competir por su mayor anticipación en la descarbonización de su consumo de energía así como por la mayor reducción de sus costes energéticos. Combatir los efectos del cambio climático será cada vez más una condición de habitabilidad.
5. El uso de la energía tiene un efecto directo en el desarrollo económico local. Los fondos europeos tienen como uno de sus principales objetivos elevar la tasa de empleo en España del 59,3% en 2012 al 74% en 2020 priorizando las inversiones en eficiencia energética de edificios y en la movilidad sostenible. Los proyectos integrales de eficiencia energética deben partir de un diagnóstico general, la auditoría energética y un análisis de su viabilidad económica. Pero una de sus principales externalidades es el impacto en el empleo y en la economía local al representar el desarrollo de nuevas especializaciones productivas y la introducción de la innovación tecnológica en todos los procesos. Cuantificar estos beneficios es una responsabilidad de las administraciones públicas.
Los Ayuntamientos tienen amplias competencias en la ordenación del territorio, la edificación, el transporte y el urbanismo. Cuentan con las ordenanzas municipales como poderosas herramientas que con buenas dosis de consenso y visión estratégica pueden contribuir a cambiar la cultura energética de las ciudades, reducir los costes energéticos y mejorar la cohesión social. El uso de la energía va a ser un factor de competitividad y de competencia entre las ciudades.