La crisis del acero en Europa ha puesto sobre la mesa la crisis industrial de la UE. Desde 2007 la producción industrial europea ha descendido un 10% a través del cierre y deslocalización de empresas, pérdida de tres millones de empleos y reducción del peso del sector industrial en el PIB del 20% al 16%. Toda esa riqueza se ha desplazado a los países emergentes y supone una pérdida de competitividad al depender cada vez más de las importaciones y de la tecnología exterior y supone una barrera a la implementación de políticas de reactivación económica al carecer de base industrial propia.
La Comisión Europea estudia un plan de recuperación industrial y las próximas reuniones del Consejo Europeo deberían ser una oportunidad de acordar propuestas concretas. Bien es cierto que la principal preocupación hoy es la situación más que dudosa de toda la banca europea y el difícil acceso al crédito, pero un nuevo impulso a la inversión industrial en la misma dirección que tomó la Reserva Federal de los EEUU o el Banco Central de Japón sería una señal positiva para toda la economía europea.
En España el Ministro de Industria ya estableció la reindustrialización de España como uno de sus objetivos. Pero no solo sigue sin haber crédito sino que se han puesto las bases para destruir la poca industria propia que se ha desarrollado en las últimas décadas como es el caso de nuestro modelo de industria nacional de renovables, la segunda en patentes verdes de todo el mundo. España se ha retirado de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) y se ha quedado fuera del recientemente creado Club de las Renovables donde figuran países como Alemania, Francia, China, India, Reino Unido, Marruecos, Sudáfrica, Emiratos Árabes o Tonga. Hasta nuestros vecinos nos adelantan ya en el liderazgo global de las renovables y a partir de 2014 ya no se conectarán kilovatios renovables.
Si es una contradicción vender la Marca España con un sector que se está desmantelando como el de las renovables, más lo es pretender reactivar la economía despreciando el factor conocimiento a base de recortes indiscriminados a la educación, la universidad o la investigación. Una economía que desprecia el conocimiento es una economía vulnerable, exclusivamente de servicios y cada vez de peor calidad.
La reindustrialización solo se puede dar con otro modelo de economía que priorice el conocimiento y la innovación tecnológica a través de nuevas especializaciones productivas por encima del modelo especulativo que ha predominado hasta hoy. Pero exige otro modelo energético que deje de consumir fuentes energéticas importadas del exterior y las sustituya por la única energía autóctona del ahorro y las energías limpias. La eficiencia es la clave y un modelo que depende energéticamente más de un 80% de las importaciones supone un derroche de renta nacional insostenible y no competitivo.
La reindustrialización necesita nuevas especializaciones productivas. La energía va a ser un factor decisivo y la eficiencia energética con renovables constituye esa especialización productiva imprescindible en cualquier proyecto reindustrializador.