Más razones para preocuparse: el petróleo

Los dos últimos años han registrado constantes subidas del precio del petróleo a consecuencia de la primavera árabe que se inició en Túnez en 2011 y el embargo de crudo a Irán en 2012. El resultado es que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha alcanzado en 2012 su máximo histórico de ingresos desde la primera crisis del petróleo de 1973. En medio de la inestabilidad en Oriente Medio y el Magreb, la OPEP ha obtenido unos ingresos netos de 985.000 millones de dólares, de los que 311.000 millones corresponden solamente a Arabia Saudí, primer financiador del integrismo islámico.

En lo que llevamos de 2013 el precio del barril de crudo ha subido un 10,5%, casi la mitad en el mes de agosto, y ha llegado a 111 dólares con tendencia a crecer hasta 150 dólares. La crisis en Egipto se ha dejado notar pero no es la única razón. En Irak ha habido más de mil muertos solo en el mes de julio, el conflicto en Siria no ha dejado de agravarse y la mayor presencia de Al Qaeda en toda la zona no es ajena a esta creciente inestabilidad que ha provocado el cierre de embajadas de EEUU. Al Qaeda ya actuó en enero en Argelia contra la planta de gas en In Amenas y está detrás del agravamiento de la situación en Irak, Siria y el Magreb. La situación no tiene control y su evolución es imprevisible ya que en el fondo se trata de un enfrentamiento étnico y religioso entre chiíes y suníes financiado con petrodólares. Enfrentamiento que puede extenderse hasta el extremo oriente por las tensiones entre budistas e islamistas.

Nadie recuerda que cada subida de 10 puntos del precio del petróleo supone hasta 6.000 M€ más de coste de las importaciones energéticas y graves desviaciones del déficit público y la inflación. Ninguna institución política ni económica ha advertido de los enormes riesgos de la geopolítica del petróleo para la economía española; todo lo contrario, la crisis no ha afectado para nada a las importaciones energéticas cuyo coste ha crecido sin parar desde 2007. La balanza energética no ha hecho más que empeorar hasta alcanzar un déficit de 45.000 M€ en 2012, mientras la balanza comercial no energética registró un superávit de 15.000 millones. No solo se ha excluido el concepto de ahorro en la política energética sino que, en plena crisis, España ha batido su record de dependencia energética y ha agravado sus riesgos geoestratégicos. En 2013, con crecimiento negativo del PIB, la dependencia del gas argelino ha pasado del 42% al 52% y Argelia y Abu Dabi se han hecho con el 85% de la propiedad del gasoducto MEDGAZ. La dependencia energética es el factor más irracional de nuestra economía.

Es preocupante que la reforma energética del Gobierno haya excluido cualquier consideración sobre la dependencia energética. Mientras la Agencia Internacional de la Energía anunciaba en junio que en tres años las fuentes renovables crecerán un 40% en todo el mundo y serán la segunda fuente de generación eléctrica por encima del gas y por debajo del carbón, el Gobierno ha decidido una reforma eléctrica basada en aumentar más la dependencia energética de los hidrocarburos, suprimir las políticas de ahorro energético y que no se conecte ni un solo kilovatio renovable más. La tendencia energética en el mundo es la inversa de la reforma adoptada en España.

La creciente incertidumbre mundial y el mayor riesgo geopolítico de la energía constituyen un serio motivo de preocupación. La única solución es depender de la propia energía y la principal riqueza energética autóctona es el potencial de ahorro energético y los ilimitados recursos renovables. Lo mejor que puede hacer la política energética para contribuir a la salida de la crisis es reducir urgentemente las importaciones de gas y petróleo.