La tormenta perfecta

El último informe de medio plazo de la Agencia Internacional de la Energía hablaba de una moderación en los precios del petróleo por la ralentización del crecimiento en Europa y China y por la mejora tecnológica de las renovables. Sin embargo, advierte que la mayor incertidumbre por los riesgos geopolíticos en Oriente Medio, África, Latinoamérica y Mar del Norte no permiten descartar una “tormenta perfecta”. Las últimas noticias hablan de una aceleración de la economía China en este trimestre mientras el conflicto de Siria se extiende por toda la zona más rica en reservas.

En España, la tormenta perfecta que representa nuestra enorme dependencia de las importaciones energéticas sigue su curso. Con un crecimiento económico negativo, hasta agosto de 2012 nuestro déficit comercial energético creció un 15,5%, según datos del Ministerio de Economía. Según la CNE, hasta julio las importaciones de gas argelino crecieron un 9% a pesar de que su demanda ha descendido un 1,6%. Las compras de crudo han experimentado un crecimiento similar. El petróleo alcanzó el año 2011 el precio más alto en siglo y medio con una subida del 40%, según BP. En 2012, sólo en julio y agosto subió un 20%. Todas estas subidas se han trasladado a los precios y la inflación combinada con la recesión hunde aún más el crecimiento.

La CNE y la CNC han denunciado el incremento de los márgenes de las petroleras en un 20% desde el inicio de la crisis en 2007 y lo achacan al carácter de oligopolio con el que funcionan que impide cualquier tipo de libre competencia. La Comisión Europea ya ha denunciado la falta de trasparencia y competencia en nuestros mercados energéticos como la causa principal de nuestra elevada dependencia energética y del déficit de la tarifa eléctrica y ha criticado por ineficaz la próxima desaparición de los organismos reguladores, como la CNE y CNC, decidida ya por el Gobierno.

Es evidente que se está minimizando el riesgo de la elevada dependencia de un mix energético basado en el mayor consumo de combustibles fósiles importados del exterior y exagerando los riesgos de un mix con más renovables. La mejor demostración es la desaparición de las políticas de ahorro de energía. Parece increíble que ningún dirigente de nuestra economía pida que consumamos menos gas y menos crudo.

El régimen de oligopolio por el que se rige la política energética es el origen de nuestros problemas. Es el responsable de una situación paradójica: en medio de una grave crisis de crecimiento, a medida que baja el consumo de energía aumenta la sobrecapacidad del sistema. Mantener una dependencia energética de ricos con una economía de pobres es un disparate que pagan los consumidores todos los días y que exige más competencia frente al oligopolio y un mix energético con más cuota para las fuentes energéticas autóctonas como las renovables.