La Comisión Europea ha presentado los objetivos para 2030 en materia de clima y energía para garantizar una seguridad normativa a los inversores y propiciar el desarrollo de nuevas tecnologías. Las claves de la propuesta son las siguientes:
- Objetivo vinculante de reducción del 40% de las emisiones de CO2.
- Objetivo vinculante y mínimo del 27% de energías renovables en la UE, sin objetivos nacionales.
- La eficiencia energética se considera imprescindible para alcanzar los objetivos de política energética y de competitividad por lo que se estudiarán sus objetivos en el marco de una revisión profunda de la directiva de eficiencia energética antes de que finalice 2014.
- Creación de una reserva de estabilidad del mercado de derechos de CO2 conforme a normas preestablecidas y sin margen de discrecionalidad para su aplicación
- Establecimiento de un sistema de indicadores para evaluar los avances y determinar las posibles respuestas políticas.
- Sistema de gobernanza basado en planes nacionales para dar seguridad a las inversiones, transparencia, ambición y coherencia que asegure el cumplimiento de los objetivos.
La única preocupación que subyace en la propuesta de la Comisión Europea es el incremento de los precios de la energía en todos los Estados miembros de la UE desde 2008 frente a la bajada de los precios del gas en Estados Unidos. Pero expresa con claridad que esa subida de precios de la energía puede ser compensada por unos mercados de energía más competitivos y una mejora de la eficiencia energética, a la vez que reitera el objetivo de la hoja de ruta de 2050 de reducción del 80-95% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La nueva propuesta de la Comisión, que ahora deberá debatir el Parlamento Europeo, es el fiel reflejo de las contradicciones, presiones y divisiones nacionales que debilitan el proyecto europeo desde el inicio de la crisis. Con los mismos errores con que se ha afrontado la crisis de la zona euro, se afronta ahora el grave problema de la dependencia energética de Europa y sus costes:
- No hay correspondencia entre las preocupaciones y los objetivos. La elevada dependencia energética y su enorme coste, la necesidad de incrementar las fuentes autóctonas, el objetivo de emisiones de CO2 para 2050 y el mismo cumplimiento de las directivas vigentes de renovables y eficiencia energética exigen unos objetivos mucho más ambiciosos y más vinculados al desarrollo de la industria, la tecnología y el empleo en toda Europa. El conformismo de los objetivos no supone una base firme de mejora competitiva frente a los Estados Unidos. La Comisión afirma que la mejora de la competencia y de la eficiencia energética puede compensar el desequilibrio frente a otros socios internacionales, sin embargo la Comisión deja estos temas para otra ocasión de manera sorprendente.
- Los nuevos objetivos no son coherentes con los de la hoja de ruta de 2050, aprobada hace dos años. Conseguir una reducción del 80-95% de emisiones de CO2 y el 40% en 2030 solo será posible con más renovables y más eficiencia energética. Los objetivos intermedios que se aprobaron en la hoja de ruta de 2050 eran muy superiores a los fijados ahora. Se puede asegurar que el objetivo de CO2 no se puede cumplir con un objetivo tan bajo de renovables y la eliminación del de eficiencia. Este significativo retroceso abre el paso a un mix energético con más gas y más energía nuclear, es decir, con más importaciones energéticas, más inseguridad, más costes ambientales, más costes para el sistema eléctrico, menos competencia y enormes riesgos asociados que por inasumibles se trasladan a toda la sociedad.
- Los países que más han avanzado en renovables han podido comprobar que las fuentes renovables son las más eficaces para evitar emisiones e importaciones energéticas y para reducir el precio mayorista de la energía. Estas externalidades de las renovables han sido reconocidas por la Comisión Europea en numerosos documentos y en las directivas. La preocupación que se refleja en la propuesta sobre una mayor cuota de energías autóctonas, capacidad de interconexiones o apoyo a la innovación es incoherente con unos objetivos tan rebajados que no aseguran mejoras de competitividad ni de costes.
- La propuesta de gobernanza a través de planes nacionales y objetivos vinculantes para garantizar la continuidad y la seguridad de las inversiones es positiva y representa una gran esperanza para el futuro. Sin embargo, al dar más flexibilidad a los Estados miembros, eliminando objetivos nacionales de renovables, el carácter vinculante se diluye en puro voluntarismo y hace más fácil su incumplimiento. Dejar la eficiencia energética al libre albedrío durante 2014 es incongruente con las reiteradas apelaciones a la importancia y relevancia que se le da en la propuesta. La realidad es que no hay objetivos de eficiencia energética y se prescinde así de uno de los factores más importantes de competitividad.
- El debate no ha terminado, acaba de empezar. Es el momento de las instituciones europeas y, en primer lugar, del Parlamento Europeo. Se trata de mejorar no solo la competitividad de Europa sino también la vida de los ciudadanos y la energía puede ser la mejor política anticíclica para la recuperación económica y el empleo. Los tres objetivos de renovables, eficiencia y CO2 son complementarios y se necesitan entre sí. La propuesta de la Comisión, al separarlos, es incoherente y no servirá para reducir la dependencia energética ni los precios de la energía.