La expropiación de YPF por el Gobierno de Argentina

Resumen: En el artículo se analiza la expropiación de la petrolera YPF a REPSOL por el gobierno de Argentina. Tal hecho revela las debilidades del sistema energético español, en su mayor parte propiedad de empresas extranjeras. La nacionalización de los recursos energéticos es una tendencia conocida y repetida en el contexto de la geopolítica del gas y del petróleo. Uno de los efectos de la crisis económica ha sido debilitar a nuestras grandes corporaciones energéticas que pasan a ser objeto de operaciones corporativas y especulativas (“opas hostiles”) ante las que se encuentran desprotegidas por una política energética que así lo ha decidido y por una excesiva dependencia energética que ha crecido sin parar en las últimas décadas. Esta vulnerabilidad energética sólo se puede corregir con una política distinta de apoyo a las fuentes renovables que por ser propias e inagotables son el instrumento más eficaz para reducir nuestra dependencia energética, rebajar la intensidad energética de nuestra economía y reducir las emisiones contaminantes.

argentina ypf1.- Contexto internacional

Los análisis de las condiciones internacionales que determinan la política energética nunca se hacen ni se tienen en cuenta excepto cuando, a toro pasado, ocurren hechos como la expropiación que ha sufrido REPSOL por parte del Gobierno de Argentina.

La Agencia Internacional de la Energía lleva años alertando a todos los gobiernos que las reservas de gas y petróleo crecen menos que su demanda en todo el mundo y su declive anual, medido por el diferencial entre nuevas prospecciones y crecimiento de la demanda se estima entre el 6 y 7% cada año. Este hecho marca la nueva situación energética mundial de precios elevados de los combustibles fósiles con un impacto económico cada vez más grave por elevación de precios, inflación, tipos de interés, déficit comercial y emisiones contaminantes.

Durante la última década se ha incrementado la nacionalización de las reservas por parte de todos los países suministradores y los casos han sido tan numerosos que la nacionalización de YPF por el Gobierno de Argentina era un hecho anunciado y que debería de haberse tenido en cuenta por los cambios acaecidos en la geopolítica del gas y del petróleo en la última década. El hecho mismo de que el decreto de apoyo al biodiesel español frente a las importaciones de Argentina estuviese metido en un cajón desde hace un año lo demuestra.

Todo lleva a la conclusión de que la economía de los combustibles fósiles tiene un límite geológico, económico y político que la hace extremadamente vulnerable para aquellos países, como España, con una dependencia energética superior al 80% y más del 50% de sus necesidades energéticas cubiertas por el petróleo.

Mantener la economía del petróleo es una ruina con una dependencia tan elevada. Se trata de fuentes agotables, sucias y caras. En nuestro caso diez veces más caras para el consumidor que las fuentes de origen renovable.

2.- Política energética especulativa

La política energética de nuestro país en las últimas décadas se ha caracterizado por mantener una economía y un modelo energético basado en el predominio de los combustibles fósiles, en un modelo de negocio que ha incentivado el mayor consumo de energía y en el predominio de las operaciones corporativas en el sector de la energía. Las mayores inversiones energéticas de las últimas décadas, cerca de 40.000 M€, han ido destinadas a la compra venta de activos energéticos. Razón por la que el valor de las acciones resulta determinante y deja al margen otros factores vitales para el país como son la dependencia y la eficiencia energética.

La verdadera amenaza para la sostenibilidad económica de nuestro sistema energético son la dependencia energética y la falta de ahorro y eficiencia en el uso de la energía. Desde 2008 la crisis ha puesto en evidencia cómo mantener la apuesta por el carbón, el gas y el petróleo y, por el contrario, el freno y retroceso impuestos a las renovables y al ahorro de energía han conducido al incremento constante de los costes del sistema, apoyándose en la falta de transparencia en la conformación de precios y en la falta de competencia.

3.- La consecuencia: pérdida de soberanía

Una de las consecuencias más graves, pero muy poco advertidas, del modelo seguido hasta ahora es que buena parte de nuestro sistema energético está en manos extranjeras. Las que en su día fueron las primeras empresas energéticas del país, ENDESA y CEPSA, son de Italia y Abu Dhabi, Hidrocantábrico de la portuguesa EDP y Viesgo de la alemana EON. ¿Se acuerdan ahora del intento de la rusa LUKOIL o la mejicana PEMEX de hacerse con REPSOL? Pues la penúltima consecuencia de este modelo es que por la expropiación del Gobierno argentino, REPSOL y GN-Fenosa han pasado automáticamente a ser opables en los mercados internacionales. La falta de política energética, la falta de política exterior energética y la regulación de un modelo energético fundamentalmente especulativo, -valga como ejemplo la eliminación en 2011 de los blindajes a los socios minoritarios de empresas cotizadas-, conduce a que España se puede quedar en poco tiempo sin ninguna de sus principales empresas energéticas.

Mientras países como Italia, Alemania o Francia defienden la identidad nacional de sus sectores estratégicos, como es el de la energía, aquí prácticamente se está perdiendo esa soberanía bajo el paraguas de una liberalización que solo ha auspiciado multitud de operaciones atípicas pero sin tocar un modelo insostenible por su elevada dependencia de las importaciones energéticas.

Ahora, superada la primera reacción de patrioterismo, no parece coherente defender la seguridad jurídica de nuestras empresas en Argentina cuando antes se arrebató la seguridad jurídica de las renovables en su propio país o cuando la incertidumbre regulatoria ha puesto a nuestro sector energético en vigilancia por las empresas de rating.

A partir de ahora alguien debería darse cuenta de la importancia estratégica de las renovables porque, como fuentes autóctonas e inagotables, son la única tecnología energética que mejor puede garantizar la seguridad de suministro a medio y largo plazo frente a los riesgos y la volatilidad de la dependencia exterior. Insistimos en que este solo es el penúltimo capítulo, vendrán más.

Ante este escenario, parar las renovables y obligarlas a deslocalizarse de su propio país sólo puede calificarse de política suicida y de falta de visión estratégica. En los últimos balances energéticos se puede observar que son la única energía cuyo mayor consumo es capaz de reducir nuestras importaciones de gas y petróleo y la emisiones de CO2. Convendría que nuestra política energética tuviera un poco más de orgullo a la hora de defender la única energía que es del todo nuestra y convirtiera a las fuentes renovables en un instrumento de identidad nacional; en eso consiste el liderazgo.

4.- Otra política energética

  • España ha de dotarse de una política energética exterior que entienda la energía como un bien básico y estratégico y se anticipe a los cambios geopolíticos.
  • El primer objetivo energético debería ser la independencia energética nacional reduciendo el consumo de combustibles fósiles a través de un nuevo mix energético basado el consumo masivo de renovables y en la internalización de costes de todas las fuentes de energía para que se sepan los costes reales de cada una de ellas.
  • Plan Nacional de Ahorro de energía con objetivos obligatorios para todos y penalizando el derroche de energía y de emisiones de CO2.
  • Impulsar un nuevo patrón de crecimiento económico a través de un nuevo modelo energético que impulse la economía de las renovables y de la eficiencia energética como sector industrial y tecnológico, generador de empleo y de desarrollo regional.