Los acontecimientos se precipitan y a falta de una guerra ya tenemos tres en Siria, Irak y Ucrania, con el gas y el petróleo como telón de fondo. Las petroleras y gasistas están exultantes y los precios de los hidrocarburos auguran graves problemas a las economías con más dependencia de los combustibles fósiles. Nunca como ahora es preciso afirmar que la medida más importante y necesaria de política energética debería ser el ahorro de gas y petróleo.
En la “Estrategia Europa 2020”, aprobada por las instituciones europeas en marzo de 2010, se apostaba por un modelo energético que desacoplara el crecimiento económico del mayor uso de los recursos energéticos. Para ello se lanzó la iniciativa de un liderazgo tecnológico basado en el almacenamiento eléctrico y en proveer a las ciudades de soluciones para ahorrar energía masivamente en los edificios y el transporte. Este es el sentido último de las directivas de renovables, eficiencia energética de edificios y de eficiencia energética.
En los artículos 15 y 18 de la Directiva 2012/27/UE de eficiencia energética se establece la obligación para los Estados miembros de facilitar a los consumidores servicios energéticos e incentivos para ahorrar energía. Se establece igualmente la supresión de incentivos que menoscaben la eficiencia energética y que las tarifas deben permitir la participación de los consumidores en la gestión de la demanda. Y esa es la función de medidas y planes como los de edificios de consumo de energía casi nulo, contadores inteligentes y accesibles al consumidor, sistema de obligaciones de ahorro energético, fondo nacional de eficiencia energética, estrategia a largo plazo de rehabilitación de edificios, contratos de servicios energéticos, etc.
La alternativa a esta crisis energética no puede ser producir y consumir más combustibles fósiles porque determinará una subida de precios de la energía inasumible para la sociedad. La alternativa solo puede ser el mayor ahorro de las energías fósiles que importamos del exterior y un nuevo uso de la energía basado en la autonomía del consumidor en un mercado hiperabierto. En definitiva, nuevos modelos de negocio energético determinados por la demanda y una oferta descentralizada con impacto directo en la reducción de la factura para el consumidor.
El reto es crear los incentivos y capacidades necesarias para hacer del ahorro de energía una nueva especialización productiva y una parte esencial del sistema de innovación tecnológica que transforme el modelo económico y energético hacia la sustitución del uso de los hidrocarburos y una adaptación a los impactos del cambio climático.
La Oficina de JGB celebrará el próximo 24 de junio una Jornada de carácter gratuito bajo el título “La Directiva de Eficiencia Energética y la recuperación de la economía» orientada a Profesionales de los servicios energéticos, de la edificación y el urbanismo / Asociaciones de consumidores /Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
Para más información e inscripciones:
http://imediapr.es/jornada-la-directiva-de-ee-y-la-recuperacion-de-la-economia