“Ninguno de nosotros puede trazar un plan concreto para resolver la crisis del medio ambiente. Pretender que no es así, es cerrar los ojos al significado real de la crisis del medio ambiente: que el mundo es empujado al borde del desastre ecológico no por un defecto singular, susceptible de reparación por algún plan inteligente, sino por la falange de poderosas fuerzas económicas, políticas y sociales que determinan el curso de la Historia. Cualquiera que se proponga remediar la crisis del medio ambiente, tendrá que cambiar el rumbo de la Historia. Está claro que debemos actuar. La cuestión estriba en cómo debemos hacerlo«.
Así termina Barry Commoner su libro “El círculo que se cierra”, escrito en 1.971, que junto al de “La escasez de la energía” de 1.977, comprenden el análisis más lúcido y temprano de la crisis mundial causada por el modelo energético de los combustibles fósiles y la energía nuclear. Falleció el pasado 30 de septiembre en Nueva York a los 95 años de edad. Cuando leí la noticia fui a buscar esos libros en mi estantería, editados por Plaza y Janés, y en sus páginas amarillentas volví a descubrir la misma emoción que cuando, allá por el año 1.980, los leí por primera vez y comencé a ser consciente de la importancia de la energía para cambiar el mundo.
Barry Commoner estableció la relación de la energía y las crisis económicas, los problemas ambientales del gas y el petróleo y el riesgo nuclear y de la contaminación radiactiva. De esa relación extrae consecuencias claras con respecto a la necesidad de informar y decir la verdad sobre un modelo energético tan inseguro y peligroso y de valorar la energía solar como única renovable capaz de sustituir al resto de fuentes energéticas. Al anunciar una crisis global de supervivencia y el daño ambiental causado al planeta por un modelo energético tan contaminante e inseguro, lo relaciona con el sistema de poder y de organización de la economía que nos hemos dado y que está en el origen de la crisis energética. A su manera intentó cambiarlo presentándose a las elecciones presidenciales de EE.UU. en 1.980 sin éxito, pero su discurso permaneció.
Las crónicas lo califican ahora de visionario. Algún crítico de las renovables en nuestro país ha dicho lo mismo al calificarlas de tecnologías visionarias, como si fueran un sueño imposible. Pero es lo contrario, y el tiempo ha demostrado que el discurso de Barry Commoner y el propio desarrollo de las renovables anticipan el futuro y la voluntad de cambio. Lo que hasta hace muy poco parecía imposible ahora se ha convertido en una posibilidad y en una necesidad.
Más allá del negocio y la codicia energética, el pensamiento de Barry Commoner demuestra que la constancia y la coherencia en la defensa de otro modelo energético tienen su fruto y de que es verdad que otra ética de la energía, pensando en las futuras generaciones, es posible.