Cuando crear empleo no es un acertijo

Resumen: Desde 2009 la destrucción de empleo en el sector renovable ha crecido sin parar. Si se añade la deslocalización industrial, la indiferencia general raya en la irresponsabilidad. El consenso internacional vincula el crecimiento mundial de las renovables por su mayor creación de empleo y la mejora de la competitividad. Lo que ya no es un acertijo es cómo crear empleo con otra política energética.

El pasado 10 de octubre se informaba de un dato ignorado por casi todo el mundo y es que la aplicación de la moratoria renovable establecida en enero por el RDL 1/2012 ha supuesto una pérdida de 36.800 empleos, tanto directos como inducidos. El último informe de DELOITTE para APPA estimaba en 20.000 los empleos destruidos entre 2009 y 2010 en el sector de las renovables por los decretos del anterior Gobierno que han ido paralizando las nuevas inversiones y reduciendo de manera retroactiva la retribución a las ya existentes. La destrucción de empleo en el sector de las renovables provocada por las decisiones del anterior Gobierno y del actual supera los 60.000 empleos, a los que habrá que añadir los que se siguen destruyendo en la actualidad y los que se dejarán de crear. Cuando acabe 2012, según la Asociación Empresarial Eólica, el sector eólico habrá perdido el 50% del empleo que tenía en 2008 y para la fotovoltaica, según la Unión Española Fotovoltaica, la pérdida habrá sido doce veces mayor. Todo por un marco jurídico basado en la inseguridad regulatoria.

Es el exponente de la incapacidad para diseñar una estrategia de crecimiento económico y de creación de empleo en la que el cambio de modelo energético sea un motor de reactivación económica y no una barrera infranqueable para preservar los privilegios de un mix convencional basado en las importaciones de carbón, gas y petróleo y una intensidad energética que perjudica la competitividad de nuestra economía. Si se añade la deslocalización de la industria renovable y de una tecnología propia en la que habíamos llegado a ser líderes mundiales, la indiferencia general con la que se contempla el derribo de un sector que solo su pérdida de empleo es doce veces superior a todo el empleo de otros sectores que, como el carbón, han suscitado el apoyo unánime de todas las fuerzas políticas, la indiferencia raya con la irresponsabilidad.

La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) ha publicado este año dos informes sobre renovables y empleo donde destaca que las renovables ocupan en la actualidad a cinco millones de personas en el mundo y que de aquí a 2030 se van a crear otros cuatro millones más. Confirma otro informe de hace un año sobre la situación mundial de las renovables (REN-21) en el que se destaca que en los dos últimos años la inversión mundial en renovables ha crecido un 54% y que el potencial de empleo es el principal motor de las nuevas inversiones. IRENA concluye que las renovables son más intensivas en el uso de mano de obra que los combustibles fósiles, crean empleo en toda su cadena de valor y están vinculadas al desarrollo local porque se pueden implantar en cualquier punto de nuestra geografía. La hoja de ruta energética para 2050 que aprobó la Unión Europea el año pasado estimaba para 2020 la creación de 1,5 millones de empleos en renovables y el ahorro entre 170.000 y 320.000 M€ cada año en importaciones de gas y petróleo. Alemania está elaborando su planificación energética con esa hoja de ruta y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en su informe de junio sobre perspectivas tecnológicas, afirma que la mayor inversión en renovables ya es rentable considerando las importaciones evitadas de combustibles fósiles.

Se cumple un año de la aprobación por el Consejo de Ministros del anterior Gobierno del Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020 y el Plan de Energías Renovables 2011-2020. En la que se puede calificar como planificación de la economía verde para esta década se estimaba la creación de 300.000 empleos en el sector de las renovables y un millón de empleos, directos e indirectos, en el sector de los servicios energéticos con un conjunto de medidas para alcanzar el objetivo europeo del 20% de consumo de renovables, 20% de ahorro de energía y 20% de reducción de emisiones de CO2 con los que está comprometida España.

El consenso internacional que vincula el mayor uso de las tecnologías renovables y de eficiencia energética con la creación de empleo y la mejora de la competitividad ha tenido su reflejo en España en estos dos planes que en su día ni siquiera el Gobierno que los aprobó quiso presentar y que nadie en este momento reivindica. La Comisión Europea ha advertido reiteradamente a España por su política de ahuyentar la inversión renovable.

Por el contrario, seguimos asistiendo a uno de los acertijos más poco transparentes de nuestra política energética empeñada en incrementar nuestras importaciones de gas al mismo tiempo que disminuye su consumo por efecto de la crisis. Esta incongruencia ya se ponía de manifiesto en el preámbulo del RDL 13/2012, que paralizó las inversiones gasistas porque solo desde una desastrosa planificación se podía entender cómo bajando el consumo desde 2007 se siguió invirtiendo en nuevas infraestructuras de gas. Pero si la política energética está sobrada de acertijos parecidos, lo que ya no es un acertijo es cómo crear empleo con otra política energética. Y solo por responsabilidad alguien debería pensar en ello.

Artículo original para el Especial de Energía de El Economista