La adaptación al cambio climático necesita más renovables

cambio climatico y renovables_JGBEl Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2013 de la patronal APPA revela el dato de que las renovables han evitado en ese año la emisión de 56,5 millones de toneladas de CO2 y el acumulado desde 2005 suma un ahorro de 256,7 millones de toneladas de CO2. Es espectacular, pero sorprende que este hecho no se haya tenido en cuenta en el diseño de la política energética y ambiental.

La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) ha confirmado que las renovables redujeron las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa un 7% desde 2005 y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha indicado que en 2014 las emisiones de CO2 se han estancado por la mayor generación eléctrica con fuentes renovables en China en sustitución del carbón. Las renovables, entre todas las tecnologías probadas, es el instrumento más eficaz de lucha contra el cambio climático.

La ciencia climática insiste en que la energía es la causa de más del 75% de las emisiones de CO2 y que conseguir limitar a 2ºC el aumento de la temperatura del planeta no será posible sin un cambio radical hacia la descarbonización del mix energético. El cambio climático va a ser el verdadero cuello de botella de la economía y la causa del aumento de los desastres naturales. La energía fósil es sinónimo de atraso y de costes inasumibles para la sociedad.

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha aprobado un Plan de Impulso al Medio Ambiente para la Adaptación al Cambio Climático dotado con 12,1 millones de euros de los que 9,5 millones se destinan a restauración de costas y el resto a restauraciones fluviales y parques nacionales. El concepto de restauración resulta a todas luces insuficiente frente a los efectos del cambio climático. Si se trata de restablecer la situación anterior habrá que restaurar playas y ríos todos los años inútilmente, mientras que la adaptación supone cambiar la ordenación del territorio para anticiparse a los impactos del clima. De lo contrario, el coste futuro será mucho mayor.

El estudio Cambio Climático en la costa española, financiado por el Ministerio de Agricultura y realizado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria ha advertido que a lo largo de este siglo el nivel del mar subirá 80 centímetros en España por el cambio climático y el mayor impacto se producirá en los deltas del Ebro, Guadalquivir y Guadiana. Los efectos se sentirán en toda la actividad del litoral, puertos, infraestructuras energéticas, transporte, abastecimiento y saneamiento, hasta el sector turístico. El impacto económico se cifra entre el 0,5% y el 3% del PIB según zonas y provincias. Tampoco parece que se haya tenido en cuenta.

La urbanización del litoral español ha pasado del 20% en 1.955 a más del 75% en 2006 y afecta a más de 15 millones de habitantes. Una explotación irracional del territorio ha llevado a una situación que la naturaleza sí se va a encargar de restaurar. Las imágenes del litoral español, como de la última crecida del Ebro, dan una idea de cómo una errónea planificación del territorio y de las infraestructuras provocan daños que nadie quiso evaluar en su momento. Haber prescindido de la gestión del suelo, del agua y de la energía ha producido un modelo territorial derrochador de los recursos hídricos y energéticos. Se ha alentado una economía que ha protegido un gran negocio privado dejando los ríos exhaustos y contaminados, los cauces invadidos, un incremento descontrolado de la contaminación y un deterioro del litoral que aún hoy nadie quiere frenar.

Los plazos se acortan y el incremento de la temperatura global de 2ºC se anuncia ya para antes de 2050 cuando la previsión era para fin de siglo. Según el último informe de emisiones de la AIE, España ha incrementado un 30% las emisiones de CO2 desde 1990 a pesar de haber reducido su crecimiento. El informe de la AEE El Medio Ambiente en Europa 2015 asegura que con las políticas actuales Europa no se descarbonizará ni cumplirá sus objetivos de reducción de emisiones, entre un 80% y 95% para 2050. Las medidas actuales son insuficientes, el 77% de los hábitats se hallan en mal estado de conservación y un 90% de la población expuesta a la contaminación.

El control del calentamiento exige sustituir la economía de los combustibles fósiles por las energías renovables y los modelos energéticos centralizados por los descentralizados. Esto requiere un gran acuerdo global y equitativo que imponga límites estrictos al uso de combustibles fósiles, como afirman en la revista Nature los investigadores Jacob e Hilaire. Las nuevas exploraciones son contradictorias con los esfuerzos para combatir los efectos del cambio climático.

En el Atlas de la energía de la AIE aparece España como el 9º país importador de crudo, el 10º de gas y el 13º de carbón entre 138 países. Somos el primer importador de GNL de Europa y compramos a Argelia el 62% del gas que importamos pero no consumimos. Hemos paralizado la inversión renovable para impulsar la exploración de hidrocarburos y fracking. La política y la regulación han premiado demasiadas veces a quienes se han dedicado a propagar el engaño de que el crecimiento es incompatible con las políticas climáticas. Por eso, la desproporción entre el valor de las renovables, los impactos del cambio climático y las políticas adoptadas en España es gigantesca.

Artículo original para El Economista